Por tu culpa, Deepak.

He recibido múltiples mails después de mi comentario sobre el "show" del "santísimo" Deepak. Muchos, pero sobre todo muchas, me han puesto en la picota de sus showers o han agriado un poco sus endulzados comentarios. Algunas llegan y no me hablan, ni me saludan. Pasan por mi lado, de la manera más malcriada, saludando teatralmente a todos menos a mí. Como si no fueramos humanos y no cometiéramos errores. A ver si ellas no meten la pata. No por eso se manda a la mierda una amistad de años. ¿No?

Digo, se puede decir u opinar, tener episodios histéricos y llenos de caraculidad. Pero de ahí a hacer como que uno no existe. Es absurdo e infantil.

Y ni siquiera es que hable sin sustento. Quienes me han escrito y han pasado de largo mi saludo y mi presencia (de la manera más autodestructiva y sintiendo verdadero placer al hacerlo) saben que entre Deepak y yo hay una gran amistad. Porque, muchos de ustedes no lo sabe, pero luego de ese suceso del San Agustín Deepak me llamó. No sé cómo pero consiguió el teléfono de mi oficina.
Y siguió haciéndolo durante la semana que estuvo en Lima. Aquí me ven en una parrillada en El Pueblo (come carne ¿ah?) ahí me presentó a algunos amigos peruanos que frecuentaba cada vez que venía. Algunos de ellos directores de empresas, dueños de negocios y demás perlas.

Yo era el único "artista libre" del grupo. Ahí me ven en otra foto, a su izquierda (toy con lentes de sol y polo negro para variar... ¿ven?)

Un par de días después uno de sus amigos me invita a su cumpleaños, en lo alto del hotel donde se hospedaba. En la foto soy el de atrás (1). Preparamos algo muy bacán: todos nos pusimos máscaras suyas y adornamos la torta con un muñeco que tenía su rostro y ataviado con una túnica de gurú (2). En la parte de atrás, si pueden identificarlo, está el edificio del Banco Continental de San Isidro (3).

Así que a tod@s aquell@s que me han allanado diciéndome que no tengo derecho de hablar así de alguien a quien no conozco, déjenme decirles que yo no tengo por qué estarle contando de mis amistades, intimidades y demás. Lo mismo a quienes ya no me saludan: uno tiene vida privada, alegrías y dolores que lo hacen reaccionar de cierta manera. No es justo eliminarlo a uno por unas palabras tontas.

¿Que por qué entonces escribí lo que escribí? Porque fue verdad. Porque eso pasó y su posterior amistad no cambia nada.

Es más, antes de irse me llamó y me hizo entrega de una maravilla envuelta en una caja hecha de un delicado origami. contenía un elefante con un montón de brazos de madera y oro. Ahí está, en mi salita y al lado de donde pongo el incienso. ¿Ven? el ser amigo de alguien no implica dorarle la píldora siempre.

Sigue siendo mi amigo, a pesar de lo estafador que es. Y sé que cuando venga me va a buscar, porque SOMOS AMIGOS. Porque, además, yo sé que él me lee y si tanto le jode, me diría algo. ¿No? Este post no lo hago por él. Esto lo escribo sólo para tener el espacio de pedir una cosa: "Amiga": háblame pues. Te extraño.

Por tu culpa, Deepak...

Te espero.