A los lobos también les da cáncer.
Hace unos días estuve con todos los lobos en casa de mi tío.
No acostumbro ir a las reuniones familiares porque me hacen sentir tan indefenso como cuando era niño. No sé si es la sensación de comodidad, seguridad y engreimiento y el posterior abandono al salir a la calle o es la inevitable regresión a mi niñez entre ellos.
Por eso cuando voy a una reunión familiar, a la muerte de un obispo, veo al resto de los lobos de mi edad con nuevos hijos, nuevas esposas, menos pelo y más barriga que la última vez.
Hace un par de fines de semana fui a una y no me fijé ya tanto en los contemporáneos, (que seguían con las conversaciones y los cambios de siempre), sino en los lobos mayores. Esos lobos que siempre estuvieron, y por lo tanto eternos para el imaginario infantil, ya no se parecían nada a como los guardaba en mi mente. Aún mi cerebro hubiera seguido registrándolos como los más fuertes, sabios, grandes y exitosos lobos que hayan pisado la tierra.
Pero ese día los vi.
Ahí estaba el lobo mayor y jefe de la manada, a sus 98 años, el único que ya no cambia. Sigue igual. Debe ser que a su edad los cambios son más internos. Aún sigue siendo la mente más lúcida que conozco. Su longevidad, salud y alegría de vivir contrastaban terriblemente con la de los otros lobos.
Ahí estaban, en una misma sala, dos de sus hijos mayores. Ellos sí cambiaron desde la última vez: los que antes eran los más fuertes, aguerridos y luchadores se veían como "ovillados", recogidos sobre sí mismos. Sonrientes pero cansados, tristes y asustados.
Ambos con cáncer.
Qué extraña enfermedad. Es como si el propio cuerpo usara su fortaleza para atacarse a sí mismo. Y uno, al atacarlo, se hiere también: el aspecto y el ánimo de una persona después de la quimioterapia es terrible.
Ambos lobos se saben cerca de la muerte. Ya no sonríen, salvo cuando algún químico hace efecto en lo más recóndito de su cerebro. Salvo cuando alguno de sus hermanos lobo los saca de sus cavilaciones sobre lo que han hecho o les queda por hacer.
Los miro y aúllo recordando sus miradas.
No conozco nada más parecido a mi propia agonía.
No acostumbro ir a las reuniones familiares porque me hacen sentir tan indefenso como cuando era niño. No sé si es la sensación de comodidad, seguridad y engreimiento y el posterior abandono al salir a la calle o es la inevitable regresión a mi niñez entre ellos.
Por eso cuando voy a una reunión familiar, a la muerte de un obispo, veo al resto de los lobos de mi edad con nuevos hijos, nuevas esposas, menos pelo y más barriga que la última vez.
Hace un par de fines de semana fui a una y no me fijé ya tanto en los contemporáneos, (que seguían con las conversaciones y los cambios de siempre), sino en los lobos mayores. Esos lobos que siempre estuvieron, y por lo tanto eternos para el imaginario infantil, ya no se parecían nada a como los guardaba en mi mente. Aún mi cerebro hubiera seguido registrándolos como los más fuertes, sabios, grandes y exitosos lobos que hayan pisado la tierra.
Pero ese día los vi.
Ahí estaba el lobo mayor y jefe de la manada, a sus 98 años, el único que ya no cambia. Sigue igual. Debe ser que a su edad los cambios son más internos. Aún sigue siendo la mente más lúcida que conozco. Su longevidad, salud y alegría de vivir contrastaban terriblemente con la de los otros lobos.
Ahí estaban, en una misma sala, dos de sus hijos mayores. Ellos sí cambiaron desde la última vez: los que antes eran los más fuertes, aguerridos y luchadores se veían como "ovillados", recogidos sobre sí mismos. Sonrientes pero cansados, tristes y asustados.
Ambos con cáncer.
Qué extraña enfermedad. Es como si el propio cuerpo usara su fortaleza para atacarse a sí mismo. Y uno, al atacarlo, se hiere también: el aspecto y el ánimo de una persona después de la quimioterapia es terrible.
Ambos lobos se saben cerca de la muerte. Ya no sonríen, salvo cuando algún químico hace efecto en lo más recóndito de su cerebro. Salvo cuando alguno de sus hermanos lobo los saca de sus cavilaciones sobre lo que han hecho o les queda por hacer.
Los miro y aúllo recordando sus miradas.
No conozco nada más parecido a mi propia agonía.
13 comentarios
Comprendo lo que sientes, dos de mis tíos ya se fueron gracias al Cáncer. Y eso del que antes los ves invencibles y luego ya vas notando cómo la edad va avanzando en tus parientes mayores. Pues sí, así es la vida.
Por cierto, buena con la de Psydelic Furs: "Love My Way".
Una mierda el cáncer.
Siempre me llegó. Nunca me preocupó, pero es una vaina que corta la vida más sana.
En fin, la enfermedad y la muerte es parte de la vida.
No me jode cuando se muere un viejo. Ellos mueren felices. Me jode cuando muere gente llena de vida.
Bueh... la música del LOBOPLAYER ya la cambié (es más, cambié el LOBOPLAYER se ponía muy pesado) esta semana es, muy a tu pesar, la semana RETROGAY.
Ta chévere, chequea.
Lobo
y, no se si sea cierto o solamente subjecion, pero 3 de mis 4 abuelos se han ido victimas del cangrejo aquel, y los tres se vinieron en picada tras conocer que padecian de la enfermedad y tras la primera quimio.
el cancer o cualquier enfermedad terminal es mi mas grande temor, llamenme obtuso o terco, pero si siento algun 'malestar' por el pulmon izquierdo o parecido y el medico me recomiende una biopsia para DESCARTAR un cngrejo... nada.. wiflas pichon, me muero con la duda, prefiero seguir vivendo con la duda.
a proposito, me voy a morir a los 72 anos, lamentablemente mis hijos no estaran a mi lado, mas si isabella...
pasate por aqui http://tresanios.blogspot.com/
The first, una pena tu decisión de no hacerte la biopsia. Así, sólo le harás honor a tu nombre una vez más.
Mi mamá partió al cielo este sábado, víctima de esta enfermedad, y todo lo que describes Lobo es verdad. Y ella no era vieja, sólo de 45. Maleado, ¿no? La peor enfermedad, sin duda.
Felizmente para ella recién empieza la vida; a nosotros nos queda esperar el boleto de avión.
A ver si te conviertes en un buen sobrino lobo y te incluyes en sus vidas... No sabes lo bien que hace (que te lo digo yo, nene).
Besos.
Querida Meli, lamento mucho lo que nos cuentas.
Desde este humilde punto en el ciberespacio este Lobo y todos quienes te leemos te mandamos un beso con mucho cariño.
Lobito
Que jodido saber que estas desapareciendo, yo no se si seguiria hasta el final... creo que daria pelea.
besho pa meli y FUERZA...
PERO la verdad es q uno cuando se entera que tiene cancer es feo, pero si tu tienes fuerza de voluntad logras pasar mucho mas tiempo con la enfermedad, hay personas q con aquella fuerza y ganas de vivir han logrado superar el tiempo con cancer, ojala todos tuvieramos esa fuerza de voluntad
saludos
Tienes una facilidad para tocar el corazón, un abrazo
Leyéndote me pude imaginar la escena y ademas el contraste con hace 20 anhos o mas...nunca pensamos que algo así pasaría con ellos, no? Sobretodo viendo al abuelo, 98 y tan bien. Me has hecho llorar :-( Ah, Y NO FUMES!
Meli, me aúno a tu tristeza, siento mucho lo de tu mami.
GANG! Como que no? No creo que Isabella te deje darte por vencido asi de facil. 72? Como sabes eso?
Si. Aunque nunca me gustaron las leyes.
Lamento leer el trance por el que estás pasando. Al igual que Meli, alguna vez en casa pasamos por la amenaza de cáncer a un miembro de la familia. Afortunadamente en mi caso, no se trató mas que de un susto, pero durante la espera y confirmación de la noticia, pues fue un trance durísimo que así nomás no se sobrelleva.
Ánimo Lobo, desde acá más de uno eleva sus vibras positivas para que todo se conduzca de la mejor forma para los seres que tanto quieres.
Un fuerte abrazo y la mejor de las suertes.
Conmovedor el post. Me has hecho revivir mis temores respecto a las enfermedades. Uno de mi mayores temores al igual que The First... es el cáncer, creo que si me dan un diagnostico positivo me suicido.
El cuerpo es un extraño, es nuestro y nunca terminaremos de conocerlo. Ahora mas que nunca me felicito por haber dejado de fumar a tiempo, espero que no sea demasiado tarde porque antes me tiraba dos cajetillas por semana, que no es demasiado pero por algo se empieza.
Condolencias para Meli.
Publicar un comentario