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Buenas noches, Julián.

Julián tiene 32 años, es contador y trabaja en una empresa que hace clavos.

Hoy es viernes y, como cada mañana, prepara manzanilla en la tetera tiznada por el humo de la cocina. Algún día la reparará y no negreará tanto.

Sube al ómnibus que recorre la vía central del "zanjón" en un "interprovincial" desde Barranco hasta Comas. Dos horas entre grises paredes de concreto que se le hacen divertidas cuando aparece algún nuevo graffiti que lo hace sonreír.

Marca tarjeta y va al baño a lavarse las manos y a asegurarse de que la raya del pelo siga en su sitio. El espejo lo saluda con otra luz diferente a la de su casa. Pero el reflejo es el mismo: alto, huesudo, lentes de montura redonda y un saco gris un tono diferente al pantalón. Él dice que es porque el pantalón lo lava una vez por semana y el saco una vez al mes, pero todos saben que fueron herencias distintas.

Julián está enamorado. La secretaria de gerencia no sabe que existe, pero él tiene fe en que se casará con ella, tendrán dos hijos (la parejita) y ella lo esperará con la cena caliente para quitarse juntos el frío de los pies en ese témpano de cama. Y claro, quizá tenga que cambiar de colchón.

Hoy llamaron a Julián a la oficina de Recursos Humanos. Hizo a un lado su ruma de facturas y de hojas de cálculo y, antes de subir, fue al bañito de la oficina a retocar su raya del pelo y a alisar su pantalón. Sale con rostro circunspecto y en el fondo un poco esperanzado en que por fin se dé ese aumento que pidió hace seis meses.

¡Cuántas cosas había pensado hacer con esos cientocincuenta soles más! No importa si no eran más que cien. Estaba preparado y su vida cambiaría. Arreglaría la cocina y cambiaría el colchón. Tal vez invitara a cenar a la secretaria del gerente a algún sitio lindo, como al KFC o al Pizza Hut.

- Siéntese Julián - La mano gorda y velluda del gerente de personal le mostró el mullido asiento de cuerina.

Julián no dijo nada y se sentó como pidiendo disculpas. El gerente carraspeó y continuó mirando unos papeles. Comenzó a enumerar y a describir los años en los que había estado en la empresa, la época de las "vacas flacas", el año "del repunte", habló de flujos y reflujos, de "tercerizaciones", de "outsourcings", de "freelances", se puso de pie y le tendió la mano:

- Fue un gusto trabajar con alguien como usted, Julián.

Julián se quedó con la mano perfumada por el resto del día. ¿Sería Royal Regiment? en una caja guardó sus papeles y su estampita de la Virgen de la Puerta ¿será Devos de Ebel? la secretaria le había entregado una caja, una nueva, no esas de leche. Una que parecía creada especialmente para que lo botaran a uno. ¿Será Aróm de Unique?

Julián sube al ómnibus, ya es de noche y no hay asientos. No se ven las paredes, no hay graffitis, sólo luces que van a toda velocidad. Con una mano carga la caja, con la otra se sostiene y sus ojos miran fijamente el reflejo de la ventana que le devuelve la mirada lánguida y vacía.

Esa noche se acuesta en el colchón destartalado, sueña con la secretaria de gerencia y piensa en si alguien querrá comprar una cocinita de una hornilla que hace humo.

9 comentarios

Man Ray dijo...

Situaciones distintas.

La misma sensación al acostarse.

Existen mil formas de llegar a lo mismo.

Anónimo dijo...

Que sabiduria, te doy la razón

djmaghim dijo...

REALIDAD PERUANA.....

Rose dijo...

:(
:(
:(

capitan dijo...

ese grafiti lo dice todo

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Julián en la noche preparó sus aerosoles y saalió cuando era madrugada fría con llovizna. Lima le daba fiebre y pena, mas también le liberaba.

Encontró una pared enorme casi limpia y escrbió:

Los desempleados del mundo son los más adolorodos: ¿te atreves a negarlo?

Sal y libérate.

Sal.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

adoloridos,
es la palabra.

Anónimo dijo...

No tenia para comprar aerosoles.

That its the cuestion.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Entonces con pintura barata, por la catarssis. digo
eh, vértigo...

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