Fuera de escena
¿Cuánto tiempo le queda al teatro, al cine y la música sin público? ¿Cuánto pasará hasta que estas expresiones culturales puedan reencontrarse con la gente?
Es difícil y triste, además. Tengo ya algunos años trabajado en el mundo del marketing no convencional, eventos, activaciones y puestas en escena. Tengo amigos productores, escenógrafos, actores, músicos, técnicos que hoy no la ven. ¿Qué va a pasar con toda esa gente?
Ya hay algunas ideas. La creatividad hierve durante la necesidad y si bien es cierto existen muchas soluciones que parecen impracticables, otras van encontrando forma.
Una de las primeras que surgieron ante la necesidad de hacer lanzamientos o presentaciones, tanto en el mundo corporativo como en el cultural, es el retorno del autocine, por ejemplo. Una solución post cuarentena: películas, conciertos, presentaciones con soporte de video en circuito cerrado en gran formato, es algo que con una logística bien pensada y un control adecuado, no deja de ser interesante. Y divertido. Las distribuidoras y los cines son los primeros que deberían estar pensando cómo activarse, las salas van a estar vacías por mucho tiempo.
Una idea que podría inspirarnos para mover un poco el teatro: en Argentina, antes de la pandemia, ya existía una plataforma de streaming llamada TEATRIX.COM algo similar al Netflix, pero de teatro. Pagas una membresía al mes y tienes acceso a obras grabadas en video. ¿Que no se puede realizar una obra por riesgo de contagio? Bueno si ya se producen programas de televisión, me imagino que siguiendo ciertos protocolos grabar una obra de teatro y distribuirla mediante streaming no debería ser muy complicado.
En Alemania se hacen conciertos 1 a 1. El público paga previamente por internet, saca una cita en un horario disponible y, en un espacio amplio, te sientas frente al músico (o músicos), a una distancia prudencial, y durante 10 o 20 minutos escuchas un concierto exclusivo. Podría suponer que no solo funcione para música, me imagino el lanzamiento de marcas exclusivas (con poco público) más un tú a tú con performances similares.
En el Perú hay dos artistas amigos que, tal vez casi por instinto, han logrado que el arte rompa el control de la cuarentena expandiendo sus expresiones.
Uno de ellos es el artista audiovisual Malaki, quien ha proyectado audiovisuales sobre edificios, enviando mensajes que recibía en sus redes sociales durante la cuarentena, logrando hacerlo incluso en Palacio de Gobierno. Algo que, sin duda, es una interesante idea de marketing no convencional. De hecho, ya Nestlé trabajó con él parte de la campaña de Sublime.
El otro es Daniel F, quien, como él dice: sin querer queriendo, ha logrado seguir en concierto realizando "conciertos privados online" durante la cuarentena y no solo para público de aquí, sino incluso contratado fuera del país. Una nueva manera de conectarse con su público y tal vez una nueva modalidad que seguirá por mucho tiempo.
De ninguna manera estas soluciones son un reemplazo a lo que debe hacer el Gobierno. Urge el apoyo del Ministerio de Cultura, que en estos días anda apagando escándalos, y aún no plantea una real solución para apoyar a los artistas, técnicos y trabajadores del espectáculo. Toda una industria que, tal como parece, será la última en reactivarse.
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