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Vecinos

Son como las siete de la noche y me llama EdĂº a cancelar la primera invitaciĂ³n que hago para que el mundo conozca mi hogar. Estoy trepado sobre un ridĂ­culo banco, a oscuras, intentando cambiar la lĂ¡mpara antigua de las sala por una de papel que acabo de comprar.

Salado Ed, otro dĂ­a vienes a ver mi nuevo depa y sus Ăºnicos y flamantes muebles semicirculares (lo mĂ¡x, me encantan pero son lo Ăºnico que hay... y una cama)

Con una mano cuelgo del cable de cobre y con el otro sostengo las herramientas. Estoy a diez centĂ­metros de la ventana y veo lo cerca que estoy de una panorĂ¡mica caĂ­da de cinco pisos. TambiĂ©n se ve, entre dos edificios, un cachito de mar.

Suena el celular. He pasado dĂ­as sin recibir una llamada a horas extralaborales, pero Murphy existe asĂ­ que dejo las herramientas para no caer y la bola de papel se viene abajo con todo y parte del la mugre que tenĂ­a la tapa de la lĂ¡mpara anterior. En fin, un desastre.

AsĂ­, maquillado por sudor, tierra y un incĂ³modo polvillo blanco, me di cuenta que era mi amigo, vecino y videasta estrella (asĂ­, en ese orden): Aquiles Breton.

Aquiles es cubano, vive en el piso cinco del edificio del frente y la calle que nos separa es angosta. AsĂ­ que cuando llego a casa temprano para atisbar el sunset enmarcado en concreto, acero y cristal (torres del Marriott y cĂºpula antisuicidas del puente Villena incluidas) Ă©l aparece con su pequeñín Santiago. Nos saludamos como vecinas viejas y nos despedimos para ver la puesta de sol en silencio.

La mayorĂ­a de veces en las que hemos conversado ha sido en medio de algĂºn proyecto que yo escribĂ­a y Ă©l dirigĂ­a. La invitaciĂ³n al ron de bienvenida al barrio es una buena excusa para salir del enredo de cables en los que me estaba metiendo y para hablar de mĂ¡s cosas que videos y ediciones.

Estuvimos en su casa tomando un delicioso Havana Club (a mi no me gustĂ³ nunca el ron pero este estaba delicioso) Luego buscamos a un amigo suyo, Ponciano. LlegĂ³ corriendo pues tenĂ­a una funciĂ³n en el Cohiba (tambiĂ©n es cubano) donde cantaba y tocaba el corno francĂ©s (!)

MĂ¡s tarde hablĂ¡bamos de Cuba y de cĂ³mo se vive allĂ¡. RecordĂ© que lo mĂ¡s cerca de Cuba que he estado fue en RepĂºblica Dominicana. No fui a la parte de los ressorts, sino a la ciudad "real", la verdadera, el centro, que nada tiene que ver (no hay playas pues estĂ¡ cercada por un gigantezco acantilado. Lo que recuerdo con mĂ¡s fuerza de ese viaje fueron las prostitutas haitianas de diez o doce años que te abordan por el equivalente a diez soles o menos.

TambiĂ©n recuerdo a los pintores (tambiĂ©n haitianos) intentando vendernos sus hermosos, coloridos y empapados cuadros bajo la inclemente lluvia. Pero sobre todo recuerdo lo que me contaba el venezolano con el que recorrĂ­ los recovecos mĂ¡s grises de esa ciudad (si uno va a sĂ³lo a la zona turĂ­stica en realidad no conoces nada...) sobre los campesinos haitianos.

HaitĂ­ comparte la isla con RepĂºblica Dominicana. Es uno de los paĂ­ses mĂ¡s pobres del mundo. Los haitianos ven en el territorio vecino la salvaciĂ³n al hambre, las enfermedades. Imagino la ilusiĂ³n con la que huyen familias enteras burlando la vigilancia fronteriza, para terminar por miles como mendigos en las calles y otro tanto de mano de obra barata en los campos. Sus razgos Ă©tnicos son totalmente diferentes a los del dominicano. Es fĂ¡cil saber quiĂ©n es un haitiano sin necesidad de escuchar hablar su afrancesado dialecto.

Los campesinos haitianos son contratados por cientos por hacendados dominicanos. Prometen pagarles una mensualidad al terminar la siembra. Cuando faltan pocos dĂ­as para que se cumpla el plazo convenido llaman a la policĂ­a para que los deporten.

La policĂ­a tiene arreglos con estos hacendados y recibe una buena cantidad de plata por llevarlos de vuelta y que no molesten. Son tantos, tantos, que siempre esperan ser contratados.

Aunque nunca recibirĂ¡n un centavo. Me pregunto ¿no saben ellos que esto sucede? me pregunto tambiĂ©n ¿no saben los que vienen a Lima que esta ciudad que terminarĂ¡n pidiendo en las calles?

Conocí el barrio, a dos vecinos y una película con la que pasé mi insomne madrugada: Habana Blues. Maravillosa película.

A propĂ³sito de mi insomnio, anteayer recibĂ­ una pequeña misiva de la vecina de abajo dĂ¡ndome la bienvenida y a la vez solicitĂ¡ndome no caminar ni mover cajones ni puertas en la madrugada, que estĂ¡ embarazada y no puede dormir bien. Linda bienvenida para un noctĂ¡mbulo que sĂ³lo puede crear de noche.

Espero encontrar a alguien que pueda instalarme las lĂ¡mparas el fin de semana que yo sĂ³lo podrĂ­a hacerlo antes de dormir.

6 comentarios

Cyan dijo...

¿No te enteraste?
Nuevo blog
Linkéame no?

http://popstitute.invazores.org

Laura Martillo dijo...

salud por la nueva casa y por la persona que se apiade en ayudarte con las lĂ¡mparas.

Rose dijo...

Hola Melo, felicidades por el depa, tomale fotito y mandamela para conocerlo...mil besitos y no le hagas bulla a la embarazada...
rose
PS: que lindo que tengas vecinos amigos :-)

Unknown dijo...

MelĂ³n, finalmente fui.
El ron estuvo buenĂ­simo, los piqueos de primera ... lo Ăºnico malo fue la bola de papel esa. Estuve pensando que la puedes desinstalar y pintarla con algĂºn diseño ... podrĂ­a quedar chĂ©vere.

AnĂ³nimo dijo...

No se porque te dicen Melo, pero en fin, Melo, siguen habiendo reuniones de bloggers? tienen la misma acogida de antes?

Un abrazo

Edu

PD y mi polo de blogger?

Rain (Virginia M.T.) dijo...

¿Desde tu casa ves puestas de sol?
tu pequeña Mafe debe estar encantada :)

en tu post cuentas sobre los
que buscan diferentes horizontes en otros paĂ­ses y sĂ³lo encuentran lo peor, convertirse en
mendigos...

el solo hecho de escribir sobre ello es dar testimonio de esa realidad, ya que conoces a gente que estĂ¡ aquĂ­ y no la pasa de maravilla, aunque encuentran buenos amigos :)

los dĂ­as de la ambientaciĂ³n del nuevo hogar son agotadores: algunas
veces se dosifican las movidas, Eso hice en mi tercera mudanza -tengo varias- y asĂ­ ya no me pongo a clavar , acomodar, e intentar hacer todo en un dĂ­a.

Gran salute, Lobo.

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