Bodas de semejanza: San Sergio y San Baco.
Otorgada la bendiciĂ³n a la pareja, el pronubus, el padrino de la boda, se apresurĂ³ a hacerlos beber de la misma copa por orden de rango: primero a Sergio, el primicerius, comandante en jefe del Palacio Imperial, y luego a Baco, su compañero leal y tambiĂ©n dirigente de la casa de armas del emperador Maximiano. Ambos se besaron con un fuerte y cariñoso abrazo mientras en la liturgia se leĂa la Primera carta a los Corintios 12:27 a 13:8 (Pablo de Tarso sobre el amor) y el Evangelio de San Juan 17:18-26 (sobre la unidad)
Comenzaba el año de 300 de nuestro Señor y esta pareja fue conocida por su valentĂa y arrojo en combate. Sin embargo fueron acusados por el resto de soldados al descubrirse la verdad que tanto intentaron ocultar: ambos eran cristianos.
Maximiano atĂ³ cabos y recordĂ³ cĂ³mo los dos se ausentaban justo en el momento del sacrificio a Zeus. ¡CĂ³mo habĂa podido tenerlos tan cerca! ¡Malditos traidores! El martirologio de estos primeros cristianos habĂa comenzado: primero una tremenda golpiza a Baco, seguramente en presencia de Sergio ya que todos sabĂan que ambos se amaban. Baco debe haber soportado la tortura con la valentĂa de un hombre de fe y luego santo, en silencio. RecibiĂ³ golpes e insultos de sus propios alumnos y protegidos. Luego le tocarĂa el turno a Sergio. Al comandante se le ordenĂ³ correr 18 millas calzado con sandalias de clavos con las puntas puestas hacia el interior. Con los pies clavados hasta el hueso, tambiĂ©n debe haber cumplido el castigo estoicamente. Posteriormente fue decapitado.
El sacerdote cristiano los habĂa unido en cuerpo y alma en nombre de Dios y asĂ fue: permanecieron juntos tal como aparecen en diferentes iconografĂas (cabalgando en un mismo caballo como soldados y a veces con JesĂºs en medio de ellos) recibiendo la muerte en nombre de sus propias creencias.
La historia tiende a repetirse pero nunca de la misma manera. A veces juega a la paradoja, baraja los elementos o se alimenta de otros logrando combinaciones inesperadas. Pero siempre es una repeticiĂ³n. AsĂ es como vemos a muchos que sufrieron por el fascismo convertidos en ultras y a quienes fueron perseguidos en perseguidores.
Se puede decir lo mismo de los cristianos modernos, que han olvidado (o nunca supieron) que alguna vez existiĂ³ un ritual dentro de la Iglesia llamado Adelphopoiesis o Bodas de semejanza. Una uniĂ³n civil y espiritual, aceptada por la iglesia desde su creaciĂ³n hasta aproximadamente el siglo XIII, cuando se inicia una larga Ă©poca de intolerancia relacionada mĂ¡s con el poder polĂtico.
La paradoja no es la historia de Sergio y Baco, amantes esposos homosexuales (ahora santos) que murieron a inicios del S.IV por pertenecer a una minorĂa cristiana, sino que en pleno S.XXI exista una serie de homĂnidos pre-sapiens que sostienen que la uniĂ³n entre hombres del mismo sexo no solo es pecado (segĂºn lo que acabamos de ver, no lo fue al comienzo del cristianismo) sino tambiĂ©n anticonstitucional.
Fue John Eastburn Boswell, catedrĂ¡tico en historia de Yale y doctor en Harvard de historia medieval y filologĂa, quien estudiĂ³ a fondo esta uniĂ³n o matrimonio homosexual - catĂ³lico / cristiano. En su libro "Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad" (1980) transcribe varias partes de un ritual que tranquilamente podrĂa volver a entrar en vigencia y ser aceptado por la Iglesia "moderna".
En la sociedad feudal estas bodas unĂan familias completas, asĂ si uno de ellos morĂa el otro estaba obligado a apoyar la familia de su "hermano de sangre". Algo similar al padrinazgo o "compaternitas" que es lo mismo pero con los hijos. Todo esto iba mĂ¡s allĂ¡ del tema religioso. Incluso existen documentos en los que se habla de uniones entre personas del mismo sexo. Algo similar a la UniĂ³n Civil por la que luchamos quienes sostenemos que el amor es un derecho universal.
Quiero dejarles la cita de uno de esos documentos: un especie de pacto de uniĂ³n civil entre dos monjes cristianos, fechado en 1031, y que sorprenderĂ¡ por lo claro y actual de su contenido:
"Nosotros, Pedro Didaz y Munio Vandiles, pactamos y acordamos mutuamente acerca de la casa y la iglesia de Santa MarĂa de Ordines, que poseemos en conjunto y en la que compartimos labor; nos encargamos de las visitas, de proveer a su cuidado, de decorar y gobernar sus instalaciones, plantar y edificar. E igualmente compartimos el trabajo del jardĂn, y de alimentarnos, vestirnos y sostenernos a nosotros mismos. Y acordamos que ninguno de nosotros dĂ© nada a nadie sin el consentimiento del otro, en honor de nuestra amistad, y que dividiremos por partes iguales el trabajo de la casa y encomendaremos el trabajo por igual y sostendremos a nuestros trabajadores por igual y con dignidad. Y continuaremos siendo buenos amigos con fe y sinceridad, y con otras personas continuaremos siendo por igual amigos y enemigos todos los dĂas y todas las noches, para siempre. Y si Pedro muere antes que Munio, dejarĂ¡ a Munio la propiedad y los documentos. Y si Munio muere antes que Pedro le dejarĂ¡ la casa y los documentos".
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